La madrugada del 28 de agosto de 1973 quedó marcada en la memoria de los veracruzanos, cuando un fuerte terremoto sacudió la región centro del estado a las 3:45 de la mañana.
De acuerdo con registros del Servicio Sismológico Nacional (SSN), el movimiento telúrico alcanzó una magnitud de 7.3 grados y tuvo una duración cercana a los dos minutos. La fuerza del sismo sorprendió a la población mientras dormía, dejando un saldo trágico: 1,200 víctimas mortales en total, de las cuales 539 perdieron la vida en Orizaba, la ciudad más afectada.

El impacto no solo se limitó a esta zona, también se reportaron graves daños en municipios como Córdoba, Nogales, Ciudad Serdán y en el puerto de Veracruz. Numerosas construcciones antiguas colapsaron, aumentando la magnitud de la tragedia.
La catástrofe de 1973 se mantiene como uno de los episodios sísmicos más dolorosos de la historia reciente en México, especialmente para las familias que vieron perderse hogares y seres queridos en cuestión de minutos.